viernes, junio 08, 2012

Guerra Sucia

Yo entiendo que la infinita cantidad de declaraciones orquestadas para perjudicarse los candidatos entre si es inevitable. Es más, son parte del juego, de la competencia por el puesto. Yo lo entiendo, y se que los mexicanos deberíamos estar con los sentidos abiertos a recibir esa información, pero también con la mente lista para no dejarse llevar y analizar cada una de las verdades o mentiras que vuelan sobre nosotros en épocas electorales.

Hoy mi papá me comentaba que estaba harto de los ataques entre ellos. Primero, que no le parecía justo que atacaran a gente por su relación con otras personas, que no todos son iguales, aunque trabajen en el mismo lugar (ejemplo, cuando AMLO en Tercer Grado les dijo a todos que estaban apoyando a EPN, pudiendo ser que alguno si lo haga, pero con la certeza de que no todos lo hacen, o cuando JVM dice que EPN viene de un partido corrupto lleno de gobernadores señalados por sus actividades ilegales, sin ser un hecho que EPN tenga que ser y actuar de la misma manera). Segundo, que es por demás sucio y traicionero que se ataquen con mentiras, que si se van a atacar, se ataquen con verdades, con hechos que se puedan probar. Tercero, que es el ridículo que acusen a otros de lo que ellos mismos no pueden declararse inocentes, el que esté libre de pecado, que tire la primera piedra, y para ser honor a la verdad, todos los partidos son el mismo cochinero y comparten muchos pecados por igual.

Cuanta razón tiene mi papá, eso sería una situación ideal. Lástima que no vivamos en un mundo ideal. Lástima que nuestra política sea un cochinero.

Lo malo de esto es que hay personas, como mi papá, que tan hartos están de las mentiras y los ataques, que se están inclinando a votar por el que menos ataca. Ojalá que pronto nuestros políticos aprendan a atacarse con la verdad, y ojalá que pronto nuestros políticos aprendan a desmentir con pruebas claras e irrefutables las descalificaciones en su contra, para que así, cada vez más mexicanos, podamos ejercer un voto nacido de la convicción, y no un voto nacido del hartazgo.

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